Edgar Allan Poe, el maestro de la literatura de terror nació el 19 de Enero de 1809, y desde el año 1949, un siglo exacto después de su muerte, un personaje anónimo deja tres rosas y una botella medio vacía de coñac durante las primeras horas de la mañana del 19 de enero. Este visitante ha sido bautizado como “Poe Toaster”, algo así como el que brinda por Poe.
Aquél misterioso personaje que según algunos testigos es un hombre con sombrero de ala ancha falktó por primera vez a su cita cuando se cumplían 6 décadas de la inquietante liturgia. El representante de la Casa y Museo de Poe, afirmó que desde hacía décadas se apostaba en secreto en la cercana iglesia para vigilar la tumba del famoso escritor de Baltimore, y que ninguno de los que se acercaron parecían encajar con el famoso personaje anónimo que protagonizaba la ceremonia, breve pero muy conmovedora, que consistía en que el brindador llegaba siempre entre la medianoche y las cinco y media de la madrugada, se arrodillaba frente a la tumba y ponía sus manos sobre ésta. Después abría la botella de cognac, brindaba por el escritor y desaparecía.
Los cuatros impostores por su parte aparecieron sin esconderse, a la vista de todos (contrario a la naturaleza secreta del personaje), y no hicieron una señal secreta que sólo Jerome sabe por sus años de observación, un gesto que el extraño personaje previsiblemente realiza en la tumba mientras arregla las rosas, el único patrón establecido que lo identifica. Esas tres rosas van dirigidas a Edgar Allan Poe, su esposa y prima hermana Virginia Clemm, y la madre de ésta, María.
Según Jeff Jerome, en varias ocasiones la extraña figura ha dejado notas, además del tributo habitual. Algunas de ellas fueron simples expresiones de devoción, como una que decía: “Edgar, no te he olvidado.”. En 1993, apareció una nota secreta en la tumba diciendo: “La antorcha será pasada.”. Este hecho llevó a la teoría de que el brindador original estaba enfermo o a punto de morir. En 1999, apareció una nota que indicaba que The Poe Toaster había muerto en 1998, transmitiendo la tradición a “un hijo”.
Sin embargo, los supuestos hijos no parecen haber heredado la seriedad del padre. Uno de ellos, en teoría, dejó una nota en el año 2001 haciendo referencia a la Super Bowl, que jugaban los Baltimore Ravens contra los New York Giants; y otra en 2004, con una velada crítica a Francia por su oposición a la invasión de EE.UU. de Irak, molestando a muchos de los tradicionalistas de este misterio.
Cuando The Poe Toaster no apareció el año pasado se alimentó la teoría de que el 200 aniversario del nacimiento de Poe en 2009 podría haber sido considerado el punto de parada adecuado para estos hijos cansados, quizá, del legado de su puntilloso padre.
Jeff Jerome, que ha negado repetidamente los rumores de que él mismo sea el brindador, afirmó que iba a vigilar desde la ventana de la iglesia un año más, y que si no hay una visita real en el año 2012, “podemos asumir con seguridad que el tributo ha terminado”.
Sin embargo, este curioso hecho en torno a la tumba del misterioso Poe, cuya vida estuvo envuelta en la tragedia y la desgracia que caracterizaba sus novelas, me resulta conmovedor y mágico. Nadie debería perder esta costumbre y cada 19 de Enero debería haber media botella de coñac y tres rosas en la tumba del maestro de Baltimore.
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